¿POR QUÉ EL POLÍTICO TEME AL PATRIMONIO HISTÓRICO?

Las cosas del Patrimonio Cultural, no dan rédito político en este país y si hablamos de Patrimonio Histórico, mucho menos. No es una cuestión de siglas, sino del paisanaje político en general.
Las causas son demasiado evidentes: La ignorancia y el desconocimiento del político hacen que esté totalmente ausente de estas cuestiones, a menos que suponga un efecto inmediato en los medios, y eso es difícil en cuestión de Patrimonio Histórico. Afortunadamente lleva ahí demasiados siglos y continuará existiendo una vez se hallan ido.
Las cuestiones culturales que ya no son otra cosa que un patético reflejo de la propaganda ideológica, pueden llegar a tener tintes de burla hasta la infamia, únicamente por aparecer en los papeles con un contenido hueco, y en el que se convierten las propuestas e iniciativas en puñaladas a los antiguos colegas del expartido, transformándolas en titulares fáciles y una hemeroteca del ridículo como aquel Celtiberia Show de Carandell.
Para que el político preste atención al patrimonio, éste debe ser un instrumento electoral cortoplacista y efectista. Por ejemplo, la lacra del vandalismo urbano. La pervivencia del político municipal puede ser más larga que la del político nacional. Si contenta al electorado de barrio lo tiene ganado. El ciudadano quiere sus calles y fachadas limpias y eso no es difícil para el múnicipe: tiene recursos y personal y lo más importante, gracias a que puede dictar las ordenanzas municipales, tiene capacidad para gestionar estos casos y sancionar y multar si es preciso.
Con las multas no se evitan los grafitis, ni disuaden de la pintada, pero si consuelan al vecino haciéndole creer que al vándalo lo multarán y hasta le obligarán a limpiar lo enguarrado en una suerte de escarmiento público, que es lo que quiere el vecino: Inmediatez.
Ahora bien, pilla tu al grafitero que o bien corre que se las pela, o sinceramente le importa un carajo que lo cacen, porque en según que ciudades hasta le aplaudirán las gracias o como mucho avisaran a los padres porque es menor de edad.
Pasa lo mismo con jardines y mobiliario urbano. Dos meses antes de elecciones se pone a ello y lo deja todo hecho un primor y de momento el apartado Cuidado del Patrimonio, está solventado. Si no le queda claro, puede acudir al pleno y escuchar las miles de intervenciones realizadas, es decir las estadísticas. Verá que son muchas. Por poner un ejemplo. Detección de pintada 1, intervención 1; Desplazamiento hasta lugar de pintada 1, intervención 2; Análisis de pintada 1, intervención 3. Hasta la eliminación de la dichosa pintada 1 se realizan como mínimo 7 intervenciones más. Total 10. Así suma y sigue. Estadísticas como digo.

El problema está cuando pasamos a palabras mayores. Cuando hablamos de delitos contra el Patrimonio Histórico y Artístico. Eso ya es harina de otro costal, donde queda más en evidencia la falta de conocimiento y absoluta ignorancia del político y del legislador y da como resultado la desidia cuando no la absoluta inoperancia.
El rendimiento político del Patrimonio Histórico es nulo. Politizarlo no es rentable, ya que es arto difícil “politizarlo”. Únicamente debe protegerlo y preservarlo. Conocer nuestro pasado común, comprender nuestra evolución como sociedad, asumir nuestra civilización de manera objetiva y comprometerse a conservarlo para las generaciones futuras, con un objetivo del bien social e histórico de nuestro pueblo y nación. Conceptos que parece que al político español actual le dan espantó y hasta le avergüenzan en algunos casos, ya que son contrarios a su ideología o simplemente han olvidado cual es la obligación que deben realizar para el bien común de todos los ciudadanos.
El Patrimonio Histórico y Cultural es frágil y vulnerable y por tanto debería ser gestionado y protegido de manera adecuada, específica y continuada. Nuestro Patrimonio Histórico y Cultural no debe ni puede ser teñido de colores al antojo de ignorantes o iluminados cortoplacistas.
Legislar, adoptar medidas adecuadas, legales y penales. Dotar de recursos a las administraciones que tienen como objetivo la defensa y preservación de este bien cultural y social, es la obligación del político y gestor al que se le encomienda esta labor por parte de los ciudadanos.
La UNESCO condena universalmente a los gobiernos y países que expolian y destruyen el Patrimonio Histórico y Cultural de otras sociedades y países, cuando quieren anular su identidad y borrar su pasado.
La destrucción y expolio del Patrimonio Histórico y Cultural de un país sólo tiene un rédito político: Destruir una sociedad. Ya lo hemos visto antes y recientemente: Hitler contra el pueblo judío y eslavo, Putin contra Ucrania; Mao y el islamismo radical contra su propio pueblo e historia.
Por omisión, dejadez; de manera consciente o por incompetencia. ¿La actuación o inacción política no podría provocar el mismo daño final?. Gobernar es legislar, no ideologizar de manera cainita y a eso, el político español actual, no se atreve.
Hace tiempo acuñé el término Intraexpolio para definir lo mucho que no hemos destruido y robado los españoles entre nosotros a lo largo de la historia moderna y contemporánea.